LA

Belleza

es el lenguaje

del alma

Tomás Alía firma la dirección creativa del interiorismo en Banyan Tree Padilla Madrid Residences, un nuevo referente en Branded Residences.

La Belleza es el lenguaje del alma

Tomás Alía firma la dirección creativa del interiorismo en Banyan Tree Padilla Madrid Residences, un nuevo referente en Branded Residences.

Por Noelia Jiménez

Duerme poco y no para de soñar. Esta tarde se afana en despertar el sueño de Toledo para que sea, con los ojos bien abiertos, Capital Europea de la Cultura 2031. También trabaja con afán para sacar del letargo maestrías artesanas y materiales nobles que parecen olvidarse con el consumo voraz como la lana, por ejemplo. Y crea objetos que cincelan emociones, que hablan de historia, que destilan misterios y revelan la vida.

Tomás Alía es uno de esos nombres precedidos por un curriculum impactante: Premio Nacional de Arquitectura de Interiores (2000), Medalla al Mérito Artesano de Castilla-La Mancha (2021), Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (2022), Premio Extraordinario Casa Decor a la Trayectoria Profesional (2019), embajador de la cerámica de Talavera, representante en España de la Michelangelo Foundation… y así una línea tras otra, bordando páginas con puntadas exquisitas de personalidad, dedicación y entrega.

Aun así, guarda en su sonrisa un pequeño aire travieso de quien quiere seguir jugando, de quien se divierte haciendo posible lo imposible. Un enfant terrible a la madrileña y nacido en Lagartera (Toledo), cuya rebeldía no lo es tanto… si no fuera porque en mitad de la catarsis tecnológica apura veinte horas diarias –solo duerme cuatro– en bajar el ritmo de la historia y volver a la raíz de la belleza.

Esa vida lenta, armoniosa, pausada, es lo que transmite con su nuevo y flamante proyecto madrileño: Banyan Tree Padilla Madrid Residences.

Banyan Tree Padilla Madrid Residences es el primer proyecto residencial del Estudio Caramba by Tomás Alía. Es cierto que las viviendas prime son uno de los ejes de tu trabajo desde hace tiempo; no obstante, ¿qué tiene de especial esta intervención y qué significa en tu carrera? Es una revisión de cómo adaptar un edificio señorial del gran maestro de la arquitectura en lo que luego se ha llamado el estilo madrileño o, en ocasiones, el "nuevo escurialense": Gutiérrez Soto. En este proyecto me encuentro con un gran referente que no solo proyectó este edificio, sino que en él tenía su casa, su estudio; un edificio que simbolizaba su manera de entender la arquitectura y de proyectar espacios dedicados a un público muy sofisticado. Y el reto era transformar estas residencias e ir más allá del propio espacio para que quien llegue a ellas pueda disfrutar de todo el universo de experiencias que le aporta Banyan Tree, un proyecto increíble creado por y para el bienestar.

¿Estamos ante uno de los edificios que uno se detiene a estudiar cuando se forma como arquitecto? Lo cierto es que he tenido la suerte de tener contacto con la familia de Gutiérrez Soto, fundamentalmente con su hija, y he podido conocer de primera mano cómo era él y acceder a su biblioteca, una de las grandes fuentes de su inspiración. Estamos ante un genio muy camaleónico, muy prolífico, que hizo prácticamente de todo: solo en Madrid desarrolló casi 500 proyectos, desde el mítico Chicote hasta todos los edificios singulares de la Gran Vía. Desde luego, es un reto trabajar en una obra de semejante maestro.

"Prolífico" también es un adjetivo que parece hecho para ti, porque como diseñador firmas una carrera con proyectos tan numerosos como dispares. Yo hago de todo, desde estadios olímpicos a palacios, siguiendo por espacios de relajación y desarrollo hotelero, que es mi foco, y también residencias prime. Todos los proyectos tienen como hilo conductor mi estilo, que es muy reconocible: quien lo ve sabe que es de Tomás Alía, pero al mismo tiempo con una adaptación a lo que quiere el cliente. Se trata de hacer un traje a medida, pero siempre respetuoso con el entorno y que ponga en valor lo que ya existe. En el caso de Padilla 32, el briefing de Banyan Tree ponía énfasis en crear espacios donde todo es confort: luz, aromas, esencia oriental… todo está al servicio del bienestar.

Es muy interesante que menciones los aromas en un proyecto de diseño porque en muchas ocasiones, al hablar de espacios, no tenemos en cuenta el sentido del olfato. Totalmente, pero hay aspectos que te envuelven, y los aromas son clave. Mi prioridad siempre es la luz: la iluminación natural, junto a la artificial, potencia y hace mágico un proyecto. Por otro lado, el entorno ha de integrarse con tu proyecto y en el caso de Padilla 32 ese entorno viene determinado por una maravilla como el jardín de la Fundación Juan March. Y los aromas se convierten en un hilo conductor que da sentido a todo el discurso. Por otro lado, no olvidemos las texturas: para mí son muy importantes, porque creo que lo táctil informa tanto o más que lo visual. Alía toma entre sus manos una pieza de lana blanca, suave, delicada, que le acompaña en su escritorio en todo momento. Esto es una lana y tiene su propia historia. Si la toco, me da mucha información, incluso sin mirarla. Me habla de calidez, de lujo, de sensibilidad, de convivencia.

Vista, olfato, tacto… si Padilla 32 tuviese una voz, ¿a qué sonaría? Sonaría sensual… podría hablar de morbidez, de calidez… de lo cotidiano elevado al grado de excelencia.

"Lo artesano es el pensamiento hecho con las manos. Y si hablamos de Padilla 32, la artesanía llega utilizando materiales exquisitos y recurriendo a los maestros que manejan esos materiales"

La artesanía es algo en lo que has centrado tus desvelos, para ponerla siempre en valor. ¿Cómo se va a materializar en este proyecto? Es que la artesanía tiene mucho que ver con esa excelencia de la que hablaba antes. Lo artesano es el pensamiento hecho con las manos. Y si hablamos de Padilla 32, la artesanía llega utilizando materiales exquisitos y recurriendo a los maestros que manejan esos materiales, muchos de ellos garantes de oficios en peligro de extinción.

En tiempos de inteligencia artificial, ¿la artesanía puede salvar lo humanístico? Sin duda. Estoy convencido de que el renacer de lo humanístico está ya aquí. En medio de un mundo globalizado, donde vivimos a golpe de Pinterest, la inteligencia artificial nos ayuda en el día a día y es bienvenida, claro que sí. Pero, frente a su inmediatez, la artesanía nos conecta con lo lento y lo bello. La IA no es sostenible, pero la artesanía sí.

En Padilla 32 partís de la base de un patrimonio historicista a la "visión contemporánea del lujo residencial", como lo describe el proyecto. ¿Cómo se realiza ese viaje? Primero, desde el respeto. Gutiérrez Soto parte en los años 50 de un concepto muy madrileño, con gran protagonismo del granito, el ladrillo, el metal, la piedra, para llegar a un edificio excelente, elegante y sofisticado. Y esa misma elegancia es la que queremos mantener, llevándola a la vivencia Banyan Tree en la que el espacio es el verdadero referente. Ponemos en valor todas las zonas comunes, en diferentes secuencias: creamos una jerarquía de las zonas de estar, de convivir, de recibir… y todo ello con un lenguaje ciertamente oriental, que habla con la temperatura de color de la luz, con el uso de la vegetación, con la textura de los materiales. Y ese diálogo entre lo oriental y lo occidental será determinante.

¿Podríamos decir que se trata de crear ritmo en los edificios? Eso es. El storytelling de este proyecto se sustenta en la creación de jerarquías, en la puesta en valor de los espacios de convivencia, en pintar con iluminación artificial. Toda esa sofisticación del uso de las formas y de los espacios va a ser lo que realmente haga que se mantenga la tensión narrativa.

"Santuario urbano" es uno de los conceptos que Banyan Tree remarca al presentar Padilla 32. ¿Las ciudades están necesitadas de espacios donde poder encontrarnos con el espíritu? Son muy necesarios. Yo los llamo "bomboneras espirituales": un spa delicioso, por ejemplo, te ofrece contrastes de temperaturas y sensaciones para rendir culto al cuerpo, pero también un espacio para bajar el ritmo, para encontrarte. Y eso en una ciudad como Madrid, con un ritmo frenético, es indispensable: necesitamos bomboneras espirituales, espacios de culto donde poder pensar y relajarnos. Y cada vez tendemos más a ello: muchas personas hacen retiros casi a la fuerza, por necesidad… pero no todo el mundo tiene la posibilidad de irse al campo con frecuencia. Por eso los espacios de relajación y de reflexión son importantísimos en las ciudades.

"Para mí, el lenguaje del alma es la belleza y la manera de conectar con lo sublime, con la salvación, siempre será a través de la estética."

Uno de los grandes propósitos de tu carrera ha sido democratizar el diseño… y, de hecho, Estudio Caramba by Tomás Alía está pensado para ello. ¿Por qué? En Estudio Caramba no hay grandes oropeles, porque la idea era que el diseño llegara a la gran mayoría. Mi voluntad siempre es que la gente viva cada vez mejor, que la economía, el confort, todo lo que tenga que ver con el bienestar del ser humano, sean elementos clave de la propuesta que hago en el ámbito profesional.

¿Y por qué crees que en un momento en el que tenemos al alcance de la mano todo tipo de tendencias, todo tipo de inspiración que nos permita ser diferentes y únicos, tendemos cada vez más a la uniformidad? Como vivimos en la inmediatez, queremos hacer lo que todo el mundo hace, comprar en el mismo sitio que la persona que acabamos de ver en redes y que admiramos. Por eso para mí es fundamental poner en valor la marca España, trabajar en la singularidad de las ciudades. El identitario madrileño está a punto de perderse porque muchos artesanos están desapareciendo en aras de una identidad global. En Madrid nuestra manera de comer, de divertirnos, de convivir, de mezclarnos… todo eso tiene una fuerza maravillosa. Y se trata de revisar la identidad madrileña en clave contemporánea, sofisticada, pero siempre respetando quiénes somos. Hay que hacer el ejercicio de la puesta en valor de nuestra cultura y de revisar las identidades plurales de España, que es uno de los países más ricos en este aspecto.

¿Cuáles son, para ti, los rincones de Madrid que conservan mejor esa singularidad? Creo que uno de los barrios con mayor escala humana madrileña es el de los Austrias. Y, más que zonas, hablaría de maestros. La maestría artesana es la auténtica guardiana de la identidad madrileña. Pensemos, por ejemplo, en las capas Seseña… ¡Picasso pidió amortajarse con una! Y luego tenemos ceramistas increíbles, luthiers de guitarras, bordadoras de mantones, sastres de toreros, sombrererías muy específicas, guanterías, orfebrerías… Esto se vio claramente en el último desfile de Carolina Herrera en la Plaza Mayor, que revisó la identidad madrileña con sus grandes maestros artesanos. Aquí tenemos gente exquisita que hace cosas muy sublimes.

Hablabas antes de la excelencia como uno de los grandes ejes de Padilla 32, pero en general de toda tu obra. ¿Qué es para ti la excelencia? ¿Cómo la definirías? Los franceses llaman a la excelencia "la verdad", pero yo lo llamo el recorrido hacia lo sublime, hacia lo excelso, lo máximo. Es una relación pura con la belleza, con la estética, en su grado máximo.

Hablamos una y otra vez de emociones, pero, ¿dónde queda la sensibilidad en esta sociedad? ¿Estamos confundiendo lo sensible con lo emotivo? Posiblemente sí. Una persona puede ser sensible, porque ha nacido con unas cualidades determinadas, pero para desarrollarlas se necesita formación. La formación es el hilo conductor de todas las cosas. El aprendizaje, la experiencia, es lo que forma la sensibilidad y la lleva al nivel cultural. Lo emotivo, las emociones, vienen del subconsciente, de lo que tenemos archivado y aprendido… pero para mí la sensibilidad se cultiva desde el aprendizaje.

El diseño es sensibilidad, pero también funcionalidad. Para eso nació, claro.

¿Sacrificarías belleza por funcionalidad? Me costaría mucho. Yo me dedico a proteger el humanismo y por eso para mí lo ideal es que convivan belleza, estética y función. Hay veces que algo rabiosamente funcional no siempre es bello, pero si sirve para salvar vidas y tiene un papel primordial en el desarrollo humano, podría sacrificar la belleza. Pero, en general, si el objeto está destinado a satisfacer al ser humano, además de ser confortable y ecológico, sin duda ha de ser estético.

¿La belleza también nos salva? La belleza nos salva, sin duda. El papa Ratzinger escribió en una de sus cartas que la belleza es una forma de llegar a Dios, por tanto, es lo más elevado del ser humano. Para mí, el lenguaje del alma es la belleza y la manera de conectar con lo sublime, con la salvación, siempre será a través de la estética.

Hablando de salvación y de alma, si tuvieras que elegir una palabra para definir el alma de Padilla 32, ¿cuál sería? Una palabra solo es imposible. Al menos hablaría de sublime, elevado, sofisticado, excelente, cálido… Un concepto exquisito.

Planificar ciudades es una de tus grandes pasiones. Como creador de espacios urbanos, si no existiera Madrid, ¿habría que crearla? ¡Sin duda! Sobre todo porque considero que Madrid es la ciudad más cariñosa del mundo… y así lo contamos cuando se celebró la boda de los actuales reyes, D. Felipe y Dña. Letizia: en el "Recorrido Madrid Contemporáneo" que realicé, por la Gran Vía, quise crear una narrativa que elevase hacia el cielo elementos muy madrileños, que se ordenaban y se abrazaban entre sí. Ese cariño, ese carácter abierto y acogedor, es para mí Madrid.

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